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Feliciano Mejía – Poeta

B_Peru

Feliciano Mejía Hidalgo

Nació en Abancay, Apurímac, Perú el 9 de febrero de 1948. Hizo estudios superiores en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos de Lima, Le-Mirail de Toulouse, La Sorbonne de París y la de Caen. En once giras internacionales ha participado en diversos encuentros y certámenes como los festivales de Utrech, (Holanda), Hessen (Alemania), Los Angeles (Estados Unidos), Rodez y Toulouse (Francia),Corumbá (Brasil). Por las rutas del poeta (Chile), Vuelven los Comuneros (Colombia).
Trabajo con el Movimiento Poético Hora Zero (1969-73) y el Grupo Cultural Yuyaschkani (1974-81). Actualmente integra el Movimiento Cultural Amaro, corriente de la nueva cultura peruana.
Sus poemas fueron traducidos al francés, alemán, holandés, árabe, quechua, sueco y ruso.
Actualmente está radicado en Francia.


Tango del malvado

 Es malo y sufre.

 Malvado hasta la santidad.

 Y le duele el alma hasta las cachas
 y ríe con risa de lata
 y duerme con angustia de cernícalo.

 En sus noches dementes
 oigo su cantar
 enmohecido, arrugando el aire.

 Tortuoso hasta hacer marchitar
 las begonias de la casa
 de la mujer que ama.

 Es malo, quiróptero,
 y anida en su mañana
 de brea chamuscada.

El ladrón de Maicao

 reía con quimbeo de palomas
 huyendo de las balas.

 Grandes bocados de pescado marinado
 en los toldos tocoloros
 de Boca de Ceniza
 y picantes vasos de aguardiente metálico.

 El ladrón de Maicao
 frotaba sus hombros,
 desesperado,
 y lanzaba hacia el cielo sus manos
 y reía
 a gritos en el día caliente,
 oliendo los sancochos a plena carrera
 y escapando a las sirenas
 de los guardias traficantes de drogas.

 El bruno ladrón era un rayo
 de vida
 en la calina urticante
 del puerto caldeado.

 Baladas de Jim Morrison
 I
 Tumba

 Gordos los gatos amodorrados
 entre los cipreses,
 las cornejas
 aspando el bisbiseo
 del aire
 y las gritonas bandadas de cuervos lerdos:
 los buches repletados
 de granos del cementerio…

 Aquí no hay paz:
 sólo un río de dinero
 de mármol carcomido.

 Sobre la tumba
 de Jim
 las agujas hipodérmicas
 de los ateridos peregrinos
 que van a saludar a Jim
 en su sueño alucinado
 del campo mortuorio
 del Padre Lachaise.

 Aquí no puede haber paz.

 Sólo un grito de silencio
 que parece un río
 de mármol carcomido.

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