Pueblo Qom / Toba – Dioses y mitos

B_POriginarios

Recopilación del etnógrafo Enrique Palavecino – 1900-1966 (Nota al final)

Peletché (Mito de la creación del mundo)

Antes era todo agua, y de ahí Lapichí que trabajo. Hizo como miel bien batido y quedó duro, fuerte, como piso. Cuando hizo agua en el Paraguay había un palo con punta, pero la punta era fierro. Atrás viene el agua. Lapichí, palo largo al hombro, punta de fierro, venía caminando: detrás de él, el agua. Cuando paraba, plantaba palo: el agua paraba. Venían en el agua todos los bichos que él había hecho.
Había un yuchán grande. Sacó un pedazo, como no es duro, hizo carne. Un yuchán entero echó en el agua e hizo uno grande que se llama Lek (traga-gente).
Lapichí es el dueño de todo. Cuando vino no había gente, nada. Quería sólo un río. Pero Lapichí topó un día con Nowaikalachiguí que tenía hambre. Hay muchos pescaditos en el agua. Tenía flecha, se levantó, cuando flechó un pescado grande, gordo, y el agua se levantó. Nowaikalachiguí se cayó al agua y se quedó adentro. Lapichí vio los pelos de Nowaikalachiguí, a puñados los frotó entre las manos, los tiró al aire y salieron muchos zancudos (mosquitos).
Mañik (avestruz) lokaik (cabeza): se llama así porque cazaron un avestruz grande y su cabeza cortada la pusieron en un árbol, favorece la caza.
Bajo esta tierra hay otro igual, pero sin árboles. Y hay cielo, y hay gente, muchos tobas como nosotros, pobres. No hay árboles, porque hubo fuego grande y la tierra está cocida como un ladrillo. Abajo hay tres cielos. En el inferior no hay árboles. Cada siete días hay fuego grande, pero las casas son de fierro y cuando llega el fuego, cierra las puertas. Lapichí manda el fuego.

Mogonaló

Del hormiguero grande salen hormigas de todos colores y vuelan para arriba, formando el arco de colores en el cielo después de la lluvia.
Antes, antes de que llueva, Mogonaló se cae en un pajonal, el pajonal es como oso hormiguero con pintas; se quema el pajonal y en el humo que se levanta se va al cielo. Habita bajo tierra, no se sabe como es, nadie lo ve.
Las nubes son polvo (aléwa). El rayo manda formar las nubes. El rayo las raja.
Kasogonagá manda a veces a viento grande, es Nawanagá, voltea casa.
Mogonaló. Es víbora grande que tiene cueva en la tierra, es lo que da el viento, Kasogonagá se lo pide.
Kasogonagá tira piedra. Cuando Kasogonagá es mala, Lapichí corta la cuerda que sostiene a Kasogonagá y la larga.
Lapichí reta a Kasogonagá cuando pega con piedra a gente, animales; Lapichí le grita que no pegue.
Kasogonagá está atada por la cintura.
El rayo mata al que reta a Dios y anda mal con él.
Cuando llueve fuerte Mogonaló se va.
Una vez vi a la luz del Mogonaló, vi humo y luz colorada, no me pude acercar, no sé si era que el humo estaba saliendo de allí o estaba entrando.

Creación del ser humano (sin título en el original)

El mundo se quemó. El incendio había empezado por el norte, pero la gente se había salvado metiéndose en una cueva; cuando pasó el fuego, la gente salió cambiada. Primero salió Ñandú. Luego salió una vieja que se levantó, miró y fue oso hormiguero. Luego salió un viejo, que también se levantó, miró y fue un tigre. Una muchacha con collar, linda, y fue el pécari de collar. Después una mujer medio morena se transformó en chancho moro. Luego salieron un hombre y una mujer. Primero salió el hombre, que quedó largo rato mirando el suelo y por eso no se transformó: quedó hombre nomás. Después salió la mujer: quería levantarse y mirar, pero el hombre no la dejó; entonces tampoco ella se transformó en animal. Con la mujer y el hombre se formó la gente; se casaron y sus hijos son la gente de ahora. Los demás se transformaron en animales. -Lañagashik.

Wakank

El cielo era duro. Cuando recién se hizo era amarillo (Kobiyi). Donde vive Lapichí era lindo, más lindo que este cielo. Lapichí hizo piedras chicas, crecieron y ya en el día eran cerros. Las plantas hablaban. Había un solo árbol, pero con muchas ramas, cada rama una clase; se criaron y formaron el monte.
Había una viejita, Wakank, ella es la madre de Lapichí. Hizo las mujeres. Había un animal, anta; la sangre, tenían un plato grande de barro, allí lleno con la sangre del anta.
Tres hijos, la viejita: Lapichí, Pidinilek, los dos mayores; Pidinki, el mocito menor. Se fueron una noche los tres con el anta. Lloraba la viejita. Y cerca de la mañana sintió ruido. Habían llegado los hijos cerca del plato, la abrieron la tapa y lo vieron llenito de gente, 20 gente en el plato. Primero abrió otro plato; era gente lindo, blanco. Después otro plato: gente linda. Después otro plato: sale un cabezón, era mataco. Después otro plato: sale gente con orejas con palo, era chorote. Después otro plato: tenían tembetá, era chahuanco.

Hawoik (la luna)

Hawoik murió. Le dijo a su mujer que lo tape cuando muero, «pero cuando yo resucite no hay que asustarse». Lo tapó con una manta grande. La mujer tocó la manta golpeándolo. Salió Hawoik y se asustó la mujer. Y Hawoik se fue al cielo. Si la mujer no se hubiera asustado no se habría ido. Por eso Hawoik se fue, por el susto de la mujer.

Nakonakó (el hijo de la tinaja)

Había un hombre que había salido de una tinaja, era un chango, cuando se raja la tinaja ya sale el muchacho.
En seguida buscaban ese bicho que tiene muchos agujeros Tanagá (oculto). El muchacho alzó al Tanagá y lo estaba oliendo y el Tanagá le picó la lengua y el niño cayó muerto. Había un pájaro grande, Napieká, pero es el dueño de Tanagá y cuando vino el Napieká el chico se levantó, se sanó y le dio al chico una flecha larga, linda, para cazar oculto y le enseñó: «cuando vayas con ésta hay que cuidarla; cuando caces, fíjate bien porque hay un malo Nowaikalachiguí picaro».
Fue y el Nowaikalachiguí lo engañó; le dijo que estaba hinchao los pies, cuando el cazador se fue el Nowaikalachiguí sopló en sus pies y lo siguió. El hombre mató, ocultó y guardó la flecha. El Nowaikalachiguí se escondió pero el hombre lo vio.
El Nowaikalachiguí se fue escondiendo, siguió por el pasto. Cuando lo alcanzó se alzó y el cazador acababa de matar al oculto. Y al guardar la flecha recién la vio el cazador.
La flecha era muy linda, tenía como alas y el Nowaikalachiguí siguió con la flecha gritando: «ya encontramos flecha linda». Se vino la gente. Hasta mediodía la gente trabajaba mirando y tirando la flecha. Y cortaron el palo para hacer flecha y toda la gente tenía flecha. Antes no había y ya la entregaron al dueño. Pero la flecha se fue, porque todos los hombres tenían su flecha.
El muchacho quedó nuevamente pobre sin comer nada porque ya le quitaron la flecha. El miraba el cielo hasta la estrella y le gritaba: «yo te quiero mucho para casarme». A media noche vino la estrella, él dormía y la estrella lo sacudía. Y se durmió con él. Por la mañana ella le dijo que muy fiero era el hombre, tiene panza muy grande y entonces él se hizo componer más lindo, blanco. Por la mañana la estrella se hizo pequeñita, se puso en una llica -bolsa- y el hombre la colgó. Fue a bañarse Nakonakó (hijo de la tinaja). Y entonces vino la abuela de él. Sacó la llica, se cayó y se levantó. La mujer era linda, tiene pelo largo y entonces ya se vio a la mujer por la mañana ya estaban llamando a todas las mujeres para que vayan a buscar cosas que comer en el monte. Ella fue también porque querían probar si era guapa. Ella llevaba una llica grande para cargar en caballo. Ella no fue al monte; se fue donde había cerco viejo, amontonó la fruta vieja, sandía, todo eso, dio un paso y todo brotó sandía y choclo y metió toda la fruta. Hizo quebrar el algarrobo hoja y rama, pasó por encima y apareció harina de algarroba molida. Hizo pateran de algarroba y salió dos añapa (Nekena), y llenaron la llica pero eran pesao para ella.
A la mañana a las ocho estaba en la casa. Las demás estaban en el monte buscando.
Pero no se quedó. A la noche volvió al cielo. El hombre también se fue al cielo. «Te vas a morir, allá hace frío, no es como aquí», dijo ella. Pero él se fue nomás.
Llegados al cielo había una cama, era de hielo, buscaron cuatro frazadas; a media noche hacía frío, miró afuera y le pareció ver fuego. «Parece fuego». «Es hombre». «No es fuego». «Si quieres calentarte no lo hurgues». El quiso calentarse y lo hurgó, pero era un pájaro (Kotówaik) con alas grandes y pico colorado. El hombre se quemó.
El le dijo antes de irse, dejo un poronguito, le dijo: «abuelita, cuando caiga éste al suelo, mira y verás mis huesos de las manos y de los pies que se partirá el poro». «Si aparecen los huesos míos hay que llorar».
Tanagah

Antes no había mujeres. Los hombres eran pájaros, el Holé era el cacique, pájaro negro como cuervo. Tenía muchos bichitos que hacen cuevas en la tierra, hacen asado y guardan en las cuevas.
Vienen del cielo las mujeres para buscar algo para comer y les dice el cacique: «Si alguno quiere cuidar». Se quedó el loro cuidando para espiar a las mujeres, esperando para saber. Se escondió el loro en un árbol tupido, en un palo llamado Nodik (espinoso, de hojas con puntita espinosa), allí se escondió el loro. Bajaron las mujeres y las vio que comían. De pronto, ellas vieron al loro y le tiraron una bolilla y le dieron en la quijada, y el loro quedó colgante, sangrante, mudo. Las mujeres se volvieron al cielo. El loro ya no podía hablar.
El Holé le preguntaba, pero ya no hablaba, únicamente señalaba el cielo con el dedo. Por la mañana pidió Holé otro cuidador. Se ofreció la liebre diciendo: «Yo quedaré mañana». Y se fue la gente a buscar comida, se fueron todos los compañeros, y quedó la liebre (loma) a cuidar. Y no cuidó nada, se durmió. Y bajaron las mujeres y comieron. Y cuando volvió la gente le preguntaron: «Bueno, ¿qué vio?» «Nada, porque me dormí».
Quedó a cuidar el «Delali» (lagartija). Se metió en la troja. Cuando vinieron las mujeres la vieron, la tomaron del cogote, le hicieron abrir la boca, y le metieron una semilla, y se hinchó el cogote, y no pudo hablar. Y ellas comieron. Y cuando vinieron los compañeros sólo señaló el cielo y no pudo hablar.
Al día siguiente quedó el Holé a cuidar. Voló a un palo hueco y sintió bajar a las mujeres por escaleras de soga, las vio el Holé. Las mujeres le tiraron las bolillitas y el Holé se protegió con el ala. El Holé tenía un pori de fierro, lo tiró fuerte y cortó la escalera. Las mujeres lindas quedaron arriba, las que cayeron eran más fieras y se enterraron en tierra.
El Holé se puso a gritar: los compañeros le oyeron. La iguana oyó primero, y se vinieron todos en tropel corriendo; vino el quirquincho, que no podía correr y venía tropezando y corriendo; y los otros lo pasaron. Y después había una víbora cruzada en el camino. La víbora hizo a las mujeres. La gente se paró por temor a la víbora. Llegó el quirquincho que tiene el cuero grueso: «Qué pasal», preguntó. «Esperamos a usted porque hay víboras. Usted tiene grueso el cuero». Pasó el quirquincho, la víbora lo quiso picar, pero se quebró los dientes. Y el quirquincho pasó, pasó, la gente lo siguió. Otra vez el quirquincho se retrasó. Llegó el tropel, preguntó a Holé y dijo él: » Bueno, aquí se enterraron las mujeres». La iguana cavó y sacó siete mujeres para sí y no quiso dar a otro porque él ganó.
Después vino el quirquincho, y estaba cavando la tierra, halló una mujer y con la uña le metió en el ojo y la mujer quedó ciega, y de allí empezó a haber ciegos en el mundo. Si el quirquincho la hubiese sacado bien, no habría ciegos y tuertos. Pero la mujer era linda, lástima que era tuerta.
El Holé enseñó mujeres coger.
Vino el Nowaikalachiguí, quiso coger y se quedó pelao. Nowaikalachiguí fue a buscar piedras, e hizo bola y con palo santo hizo «Kanamin». Y se animó y cuando quiso morder la mujer le quebró los dientes, y ya quedaron bien las mujeres.
La paloma habló primero. Quiso hacer hijo, pero grandecito… ya se muere.
Hizo otra vez y se muere otra vez.
Todos los hombres antes salía sangre del pito. Después se cambió, el hombre ya no tenía sangre, ya la tenía la mujer.
Primero se atrancó el Kanamin en la mujer hasta que amaneció como perro. Y ya se ha cambiao Tanki, lo puso en el perro y ya con eso anda bien.

Dahewa (Sol) y Sakai (la hija del Sol)

La hija del sol se llamaba Sakai. El sol mandó a su hija a buscar al pájaro carpintero, Kamionnagá, que tiene chaleco negro. Se fue la hija y llevó una lliquita -bolsita- con plato de barro. No llevaba ni agua, no llevó agua, pero cuando da un papirotazo en el plato se llena de agua. Alcanzó, llegó otro hombre, estaba sonando el hacha buscando miel de palo; sonaba despacio, pero el hacha de Kamionnagá suena más grande, «¿Dónde está Kamionnagá?», preguntó. Oyó otro sonido más fuerte: «¿Quién es usted? ¿Dónde está Kamionnagá?» «En seguida lo hallará», lo alcanzó, era el pájaro lindo, chaleco negro, sombrero colorao. Estaba arriba sacando miel. Había una piola que Kamionnagá la hace y por allí hace la miel en el plato. Prontito se llenó y la mujer comió. Llenó Kamionnagá todos los platos. Kamionnagá dijo: «Tengo sed, ¿usted no trae agua?» «No tengo, se ha bajao, Kamionnagá». Y pregunta otra vez a la mujer. Sacó el koyit y con el dedo papirotea y otra vez se llenó. Se fue a la casa Kamionnagá junto con la mujer. Por la mañana ya se fueron otra vez ya casaos y se fue con la mujer. Y Nowaikalachiguí, que era malo, se fue detrás. Le hincaron una espina por detrás de el pie y salió la espina por atrás del pie. Y allí quedó Nowaikalachiguí, y engañó a la mujer y le preguntó a Kamionnagá: «¿Cómo no me lleva tu mujer? Es mi sobrina, que me lleve a la casa. Me duele mucho el pie». «Bueno -dijo Kamionnagá-, llévalo». «Tengo miedo», dijo la mujer. »No hay que tener miedo». La mujer lo llevó al hombre metido en llica grande. Quería coger Nowaikalachiguí y sacar vestido de la mujer. Lo llevó a la casa rápido y lo tiró al suelo y allí quedó. Después, ella pensó ir a bañarse porque estaba cansada. Llevó una tinaja, se fue al agua. Nowaikalachiguí se curó a sí mismo, haciendo salir viento por el pie. Se fue atrás de la mujer que se bañaba. Ella vio a Nowaikalachiguí y se entró en el agua y salió a la banda, pero sin vestido. Nowaikalachiguí se puso el vestido del Sakai para engañar a Kamionnagá, se hizo tetas, se estiró el pelo y la cara, se hizo como mujer.
Vino Kamionnagá trayendo mucha miel. Nowaikalachiguí comía mucho. Kamionnagá dijo: «¿Cómo será ésta? Come mucho; mi mujer come poco. Esta parece que no es mi mujer». Sakai tenía aguja chiquitita para piojo. Kamionnagá se la dio a Nowaikalachiguí y le dijo: «A ver, usted, ¿puede buscar piojo?» Cuando halló piojo, y erró el pinchazo, Kamionnagá dijo: «Mi mujer no erra. Esta no es mi mujer».
Había un mosco grande (Waltagañi). Lo mandó Kamionnagá sobre Nowaikalachiguí y Nowaikalachiguí lo mato. «¿Cómo te ha ido?» «Me ha hecho quedar muerto Nowaikalachiguí». Mandó hormiga despacio por los pies. Al llegar picó fuerte. Gritó Nowaikalachiguí, pero gritó como hombre. Entonces Kamionnagá se dio cuenta y le rompió la cabeza y le sacó el vestido y le vio la bola.
Kamionnagá agarró su arco y con la flecha mocha tiró en diferentes direcciones para ver por que lao estaba la mujer; pero la flecha no va. Lo tiró a cierto lao y por allá se fue por el lao que se fue Sakai. Ya tenía hijo Sakai, ya grandecito, conoce, agarró la flecha. «Esta es de mi papá», dijo. «Pero usted no conoce porque es muy chico». «Yo conozco». Le llevó el changuito la flecha a la madre. No quería la mujer reconocer pero el chico insistió. Ella caminaba. No paraba el niño, iba adelante llevando la flecha. Ya se fue Kamionnagá, se fue a alcanzarla. Al atardecer la vio, iba el changuito adelante, caminó fuerte Kamionnagá para alcanzarla y la alcanzó. El la habló: «¿Por qué te venías? Hay tigres y víboras malos. Si te vas te van a comer». «También mi padre es malo». «Cuando yo me caso mi padre es malo». Kamionnagá no se volvió, siguió. Por la mañana llegao la mujer tenía una casa grande. Estaba llena de víboras, pero no se asustao. Kamionnagá tampoco tenía miedo; las víboras trepaban por sus cuerpos. Pero no les temían.
Vino el sol a saludar a su yerno. «¿Así que usted, yerno, viene?» A la mañana mandó a su yerno a buscar tigre. «A ver si lo mata. Lleve flecha». La mujer le enseñó: cuando llegue el tigre hay que tirarle a la nariz. Cuando llegó, vio al tigre, y le tiró y lo mató; le saca el cuero.
Por la mañana lo mandó: «Vaya, traiga necholik» (una plantita del río), que estaba en la banda, pero había muchos bichos malos en el agua. Entonces salió carpincho y le pregunta: «¿Qué te pasa?» «Estoy llorando porque no puedo entrar al agua. Tengo miedo». Entró el carpincho en el agua y le trajo la plantita. «¿Y cuántas plantitas —pregunta— vas a llevar?» «Trae dos más y ya alcanza». Le llevó a Dahewa y le dijo: «Yo conozco. ¿Por qué vos no hallar tu carpincho?» Lo trajo; lo botó. «Irás vos mismo». Kamionnagá fue, pasó el río, quiso traer, pero lo agarraron bichos malos. Se perdió en el agua, un día entero. La mujer estaba llorando. Ya se fue Dahewa. Metió Dahewa un palo grande con punta y secó el agua. Y preguntó a todos los bichos. Encontró un bicho sin cola que era malo, se había tragao entero a Kamionnagá, era el Lek. «¿Y usted no vio a mi cuñao?» No habló e hizo salir al hombre que estaba en la panza. Lo sacó y lo miró. Dahewa dio un paso, salió vivo otra vez Kamionnagá. Kamionnagá se fue a alcanzar a la mujer otra vez. Entonces Dahewa sacó el palo y el agua volvió otra vez.
Subió Kamionnagá arriba y le enseñó a la mujer: Hay que hacer pocito. Estuvo 5 días picando el palo, llamando al viento norte. Se secó el agua. Kamionnagá ya estaba enojao con el sol. Ya lo conocía. Dahewa buscó arriba y abajo el agua pero no halló.
Preguntó a Kamionnagá: «Hijo, ¿tienes agua?» Negó Kamionnagá y le dio muy poco. «¿No tienes más, hijo?» Se acabó. El pocito estaba lleno pero no le dio. Enojao Kamionnagá.
Por la noche se fue Kamionnagá con la mujer. Dahewa quiso alcanzar a su hijo pero había zanja grande, ancha y hondo y no pudo pasar. La vio alejarse a su hija. Llegó Kamionnagá otra vez a la casa Hallaganik, y tenía de todo. Hizo pueblo.

Araganak-latec (la madre de las víboras)

Había una mujer, madre de las víboras. Se llamaba Pichakchik. Tenía panza grande. Cuando uno quiere llegar a ella y quiere casar el marido no dura, por la mañana murió. Tenía dientes abajo. Otros hombres murieron con esa mujer. Vino otro hombre viejo que ya se dio cuenta. «Voy a hacer un palo y mataré a la mujer». Por la noche se armó el hombre, y a medianoche y con un palo con punta, escondido. Tenía un pañuelo atao cabeza. A medianoche preguntó a la mujer: «¿Cuándo va a levantarse?» Y le dijo el hombre: «Yo estoy enfermo, con dolor de cabeza». Ella se levantó, y arrimó al fuego para calentarse abriendo las piernas. Y el viejo vio como salían todas las víboras. El hombre se levantó y dijo: «Bueno, yo te voy a coger». Pero engañó, tenía un palo. Vino la mujer, el hombre fue encima y el hombre tenía un palo y se lo metió hasta el corazón. Cuando ya se murió, el viejo sacó un cuchillo, le partió la panza y salieron las víboras, y el hombre las pedasió, y los pedazos hincaban sobre el pueblo como langostas. Y se murieron las víboras y el hombre que mató a la mujer la echó al fuego.

Aldea Qom año 1982 cerca del río Pilcomayo


Enrique Palavecino

Etnógrafo argentino nacido en el año 1900, En la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires participó en la creación de la carrera de Antropología y desde 1958 hasta su fallecimiento fue director del Museo Etnográfico. Fue asesor del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas y de la Comisión Nacional de Yacimientos Arqueológicos y Paleontológicos. Miembro fundador de la Sociedad Argentina de Antropología, también fue docente en la Universidad de Tucumán y en el Museo de la Universidad de La Plata.
Entre 1927 y 1949 realizó trabajos de campo en las sociedades del Gran Chaco, registrando fotografías y reportajes entre los Chané, Chiriguanos, Wichis y Qom, donde mostraba escenas de la vida cotidiana y el proceso de quiebre de la vida tradicional con la llegada de la evangelización y el trabajo en los ingenios azucareros.
Publicó trabajos en los Congresos de Americanistas de Roma, Washington, Hamburgo y La Plata; en la revista Anthropos de Viena, y en la revista de Arqueología de Montevideo, entre otras. Entre sus textos se destacan: «Áreas culturales del territorio argentino», «Áreas y Capas culturales en el territorio argentino», «Las culturas aborígenes del Chaco», «La Máscara y la Cultura» y «Mitos de los Indios Tobas» fuente de el artículo anterior.
Falleció el 13 de julio de 1966

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